miércoles, 8 de agosto de 2012

CULTURA VINCA


La cultura de Vinča (Vincha) fue la cultura más temprana de Europa (entre el VI y III milenio a. C.), y se encontraba a lo largo del Danubio en Serbia, Rumanía, Bulgaria y Macedonia, aunque huellas de esta cultura se pueden encontrar en los Balcanes, varias zonas de Europa Central y Asia Menor.
Los poblados continúan la tradición de Starcevo, lo que vincula este grupo a la llamada Cultura Tell.
Fue realmente la civilización sumeria la primera que hubo? ¿O hubo otras civilizaciones anteriores más avanzadas que esta civilización mesopotámica? La llamada Cultura Vinca estaría tanto o más civilizada que la sumeria, compartiendo unos dioses que decían llegar del espacio. Pero es que lo curioso de esta gente es que sus dioses guardan un extraño parentesco con esos extraterrestres grises a los que nos hemos acostumbrado. ¿Realmente los vieron así y como tal los esculpieron? ¿Eran ésas las caras de los dioses?
Un siglo de excavaciones en el yacimiento neolítico de lo que se entiende como cultura Vinca, la primera cultura prehistórica de Europa, todavía no ha ofrecido respuestas a algunos enigma de hace más de 7.000 años.
El yacimiento de Vinca está a 14 kilómetros al sureste de Belgrado, a orillas del Danubio, en el llamado centro de las comunicaciones de hace 7.000 años, cuando los valles de los ríos eran las principales vías de contacto. Este lugar se encuentra en en un cerro de 10 metros de altura, formado por los estratos culturales de los que ocho metros corresponden a la cultura Vinca del neolítico.
La ciudad de Vinca fue durante un milenio una verdadera metrópoli, con tres mil habitantes, y centro de una civilización que abarcaba el sureste europeo, la región desde los Cárpatos hasta la llanura de Skopje, abarcando el río Bosna, en el oeste, hasta Sofía, en el este. Como se desconoce el nombre de esta civilización lo que se hace es heredar el nombre de la ciudad de la que parece partir todo.
Los habitantes de Vinca edificaban casas sobre vigas de madera, con paredes de paja y barro, el mejor aislamiento térmico que hay, con techos de capas de caña gruesas y suelos de tablas de madera.
Las casas, sin patios y con varias habitaciones, disponían de muebles como sillas y camas. No hubo jamás guerras en esta civilización, pudiendo decirse que fue uno de los momentos de más paz del pasado.
Los comerciantes de Vinca viajaban por todo el mundo entonces conocido para vender mercancías, hallándose brazaletes y collares elaborados con conchas del Mediterráneo.
La ciudad de Vinca contaba, en sus cercanías, con algunos de las materiales de más valor en aquella época, como el cinabrio, del que se obtiene el color bermellón. Mientras que en los Cárpatos contaban con la obsidiana, un mineral volcánico utilizado para hacer instrumentos cortantes, como cuchillas de afeitar, y que todavía se utiliza en la cirugía actual.
Se dedicaban también a diseñar tejidos, a pescar, a la agricultura y la construcción de joyas de cobre.
Taladraban y pulimentaban piedra, de la que obtenían objetos para todo tipo de usos, desde hachas hasta morteros para moler cereales.
Los anzuelos de huesos de animales y de cuernos son de un aspecto similar a los nuestros. También fabricaban  figuras de cerámica, recipientes y objetos de diferentes tamaños y formas  estéticas.
Su principal misterio radica en los símbolos de su escritura que figuran en numerosos objetos de cerámica y que algunos interpretan como su alfabeto.
Finalmente, la ciudad de Vinca desapareció en un gran incendio, como todavía se aprecia en los restos arqueológicos, pero aún es un enigma por qué sus ciudadanos no permanecieron en esa zona o dónde fueron; es como si el incendio formará parte de una hecatombe final, una forma de acabar con la vida de todos sus ciudadanos, porque la arqueología no sabe dónde fueron todos ellos o hacia dónde se dirigieron.
                              
Tartaria tablets( cfr. infra)

Es tal la perplejidad que ha causado el hallazgo de restos arqueológicos de este tipo miles de años antes que los conocidos hasta hoy, que se ha producido un desconcierto ciertamente llamativo en las últimas ediciones de los libros y los atlas de Historia.
Por ejemplo, en la obra Archaeology of the World, editada por The Times, se dice en la página 134: "La escritura fue inventada, con el fin de realizar anotaciones comerciales, en Oriente Medio a finales del cuarto milenio aC." Sin embargo, en la página 110 de la misma obra encontramos la ilustración de una inscripción arcaica, con el siguiente texto: "Tableta circular con signos incisos, interpretada como una forma de protoescritura, del emplazamiento arqueológico de Tartaria (Rumania), c. 5000 a.C."

En definitiva, nuevos hallazgos arqueológicos han retrasado miles de años en el tiempo la invención de la escritura. Y lo que es más significativo: ha desplazado su origen desde un lugar central en la evolución de la civilización (Mesopotamia), hasta un emplazamiento secundario, e incluso marginal, como son los Balcanes.
Bien es verdad que durante el V milenio a. C. en el Sudeste de Europa se desarrolló una brillante cultura calcolítica. Pero hasta hace poco era un lugar común pensar que la escritura pudo nacer únicamente en los lugares de vanguardia del mundo antiguo: es decir, en Oriente Medio, el Indo o, a lo sumo, en China. Y desde luego, no en una edad tan temprana.

Las tabletas inscritas de Tartaria (localizadas en 1961 en la localidad transilvana homónima), fueron consideradas por su descubridor (N. Vlassa) un indicio de un rito sacrificial. Más adelante se pensó que podrían tener una conexión con los primeros ejemplos de escritura mesopotámica. Pero esta hipotética relación es improbable, teniendo en cuenta que ¡las tabletas rumanas preceden a las sumerias en milenios! (Éstos no son los únicos restos de pre-escritura calcolítica encontrados hasta la fecha: nótese la "placa Gradesnica", datada entre el 4000 y el 5000 aC.)

Una cosa está clara: las placas inscritas de la llamada "cultura Vinca" de los Balcanes, entre las que encontramos las  placas de Gradesnica y la citada tableta de Tartaria, parecen tener una significación religiosa, no económica (como es el caso de la escritura sumeria), al igual que los primeros ejemplos de escritura china sobre hueso o sobre caparazones de tortuga. Como estos últimos, podrían expresar oráculos o mensajes ceremoniales.
Existen algunos estudiosos que han relacionado dichos signos con otros repartidos por el Mediterráneo. El egiptólogo Flinders Petrie (1853-1942) llegó a proponer que éstos podrían constituir una "lingua franca" del entorno mediterráneo, y que (dadas sus similitudes formales) podrían estar detrás de la invención de la primera escritura ideográfica en el Próximo Oriente.
Dra.Ana Mª Vázquez Hoys


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